Patria Roja y su tesis 86*

Por Fredy León

Hemos aprendido
a comer
en mesas vacías.
Las sillas sobran
(Alejandro Oliveros)

Luego de leer los documentos de discusión del 9 Congreso de Patria Roja, confieso que me cuesta entender qué propone ese partido al país, hacia dónde se dirige y cuál es la herencia política que piensa dejar Alberto Moreno, fundador y dirigente vitalicio de esa organización durante este medio siglo que tiene de existencia.

Salvo que Moreno, a sus casi 80 años, piense que aún tiene tiempo para empezar una nueva etapa en su vida política.

Creo que cuando un partido comunista discute sus tesis políticas no basta con hacer una descripción, más o menos interesante, de la realidad si éstas no van acompañadas de propuestas inteligentes, alternativas claras, decisiones bien pensadas y medidas audaces que sacudan de raíces la coyuntura política y permitan a ese partido construir el escenario político adecuado para alcanzar sus objetivos. Es la vieja tesis de Marx que debería resonar con fuerza en nuestros cerebros: “…no basta con interpretar de diversos modos el mundo, de lo que se trata es de transformarlo.” Y para transformar el sistema, lo primero que necesitan los comunistas es construir una organización política que haga honor a su nombre, tenga la fuerza organizativa, capacidad política e inteligencia de clase para cambiar el viejo sistema.

Y es que en el tema del partido es donde los comunistas peruanos hemos fallado estrepitosamente; y aquí, las tesis presentadas al 9 congreso de Patria Roja no aportan nada nuevo, son una repetición de la mentalidad del pasado y de esos viejos deseos que nos han llevado al fracaso. Ahí donde debería haber primado un profundo espíritu autocrítico y manifestado la audacia del pensamiento renovador, lamentablemente ha pesado más la cómoda tendencia a la autocomplacencia, la autosatisfacción e inmovilismo que cultivan los actuales dirigentes de Patria Roja.

José Carlos Mariátegui sentó los cimientos de lo que debería ser la nueva organización revolucionaria, fatalmente su muerte truncó ese camino y su sucesor, Eudocio Ravines, deformó ese proyecto convirtiéndolo en una organización teóricamente infecunda y con una perniciosa práctica sectaria que llevó al aislamiento de la clase obrera. Posteriormente, los que proclamaban ser continuadores del pensamiento del Amauta, no pudieron o no supieron darle forma viva a esa idea de partido, que era fusión de pensamiento y acción, concebido por Mariátegui.

Los resultados de 90 años están a la vista: tenemos dos organizaciones comunistas que se reclaman ser herederos del partido de Mariátegui, pero en la práctica no son más que un remedo de esa organización que Mariátegui propuso construir para luchar por el socialismo peruano.

La revolución socialista ha demostrado ser una obra demasiada compleja, una tarea histórica que demanda lo mejor de la inteligencia y la máxima generosidad de los comunistas. No hay que olvidar que en ese objetivo, los comunistas hemos tenido grandes fracasos y algunas victorias, y es que el transito de la “protohistoria a la historia” solo puede tener éxito si emulamos a esos hombres que se rebelaron contra “la dictadura espiritual de la iglesia” y sentaron las bases del nuevo orden burgués, y que a decir de Engels “fue una época que requería titanes y que engendró titanes por la fuerza del pensamiento, por la pasión y el carácter, por la universalidad y la erudición. De los hombres que echaron los cimientos del actual dominio de la burguesía podrá decirse lo que se quiera, pero, en ningún modo, que pecasen de limitación burguesa.”

Recordemos que Patria Roja es producto de la penúltima división que sufrió Bandera Roja en 1969, organización que era dirigida por Saturnino Paredes y que surgió como resultado de la gran división del PC en 1964.

Patria Roja llegó a convertirse durante la década de los 80 en uno de los principales partidos de la izquierda peruana; era una organización con una presencia activa en la vida política nacional y tenía varios senadores, diputados, presidentes regionales y alcaldes; controlaban el Sutep, las rondas campesinas, la federación de estudiantes y los frentes de defensa de varios departamentos del país; mantenía una importante presencia a nivel de los trabajadores mineros, pescadores y estatales; era una de las principales voces que aportaban ideas y defendían con argumentos sus alternativas en los eternos debates ideológicos que sacudían los predios izquierdistas y editaba de manera regular su semanario Patria Roja.

En ese entonces ser de Patria Roja significaba leer religiosamente “Beijing informa” y andar con el famoso “libro rojo de Mao” bajo el brazo.

En sus orígenes Patria Roja sostenía, con más pasión que razón, que “el poder nace del fusil.” Su objetivo estratégico consistía en preparar las condiciones subjetivas para desarrollar “la guerra popular del campo a la ciudad” y decían que la clave de todo ese proceso de acumulación de fuerzas radicaba en la “construcción de las tres varitas mágicas de la revolución: el partido, el frente único y el ejército popular.”

Equivocados o no, Patria Roja representaba a un importante sector de la sociedad, defendían públicamente una propuesta política radical y sus militantes creían honestamente en esa opción.

El mayor mérito de Patria Roja fue haber resistido con firmeza la crisis de la izquierda y mantenido un cierto nivel de estructura orgánica; pero hoy eso es insuficiente, no basta con seguir resistiendo arrinconado en las trincheras, hay que atreverse a intentar pasar a la ofensiva y romper con el bloqueo político, ideológico, cultural y social impuesto por el pensamiento neoliberal, pero para los dirigentes de Patria Roja pareciera que los tiempos políticos avanzan a paso de tortuga, tiempos donde su máxima ilusión se ha reducido a administrar la derrama magisterial y contentarse con marchar a la retaguardia de un proceso político que exige a voces la presencia de una fuerza revolucionaria que articule un proyecto estratégico y una a la diversidad de fuerzas sociales y políticas que luchan contra el modelo neoliberal. Y si esa labor no cumplen los comunistas, entonces ¿cuál es el sentido político de su existencia?

Por eso cabe preguntarse ¿a quién representa Patria Roja y qué ideas defiende?

El mundo ha cambiado de manera vertiginosa, más para mal que para bien, la historia ha tomado rumbos imprevistos que han dejado sin respuesta a los comunistas y en el país la idea de la revolución socialista ha perdido su fuerza de atracción al extremo que hay que volver a discutir con seriedad y profundidad la idea misma sobre revolución; la clase portadora de las nuevas relaciones de producción se ha desarticulado y fragmentado, han perdido su fuerza política y sentido de historia, las ideas de la derecha se han vuelto hegemónicas, la lucha ideológica y cultural la hemos perdido por walk over y en la escena política nacional la fuerza social de los trabajadores se ha reducido a su mínima expresión mientras el poder de la burguesía se ha consolidado y fortalecido a todo nivel.

Aquí camaradas la desgracia nuestra es que ya no existen ni fantasmas que por lo menos quiten el sueño a la burguesía.

Y en esa nueva realidad, ampliamente desventajosa para el desarrollo de las ideas revolucionarias, seguir sosteniendo que Patria Roja o el PC son la “vanguardia revolucionaria del proletariado peruano” o seguir afirmando que Patria Roja o el PC van a conducir al pueblo peruano a la victoria es una mera ilusión o autoengaño de los que han perdido sentido de realidad o viven con la mente en el pasado.

¿Qué hacer? ¿Seguir insistiendo en la misma visión sectaria del partido propio que ha llevado al fracaso del comunismo peruano o intentar buscar una nueva opción unitaria?

Soy de los que sostienen que en el Perú los comunistas fueron derrotados antes de la pelea. No nos derrotó la derecha, nos autoliquidamos nosotros mismos.

La  traumática división de 1964 anuló todas las posibilidades para que el PC se convierta en una alternativa revolucionaria al sistema. La división produjo la desarticulación orgánica del sujeto revolucionario y en la mente de los militantes se impuso un pensamiento dogmático, seguidista a los centros del poder internacional, los comunistas empezaron a educarse en el culto extremo al sectarismo y la defensa intransigente de las capillas partidarias. El partido dejó de ser visto como el instrumento político liberador de una clase en su lucha contra el dominio del capital y se convirtió en un objetivo en sí mismo al servicio de una burocracia partidaria.

Si la división fue la causa principal de nuestra derrota, la unidad de los comunistas tiene que ser el nuevo punto de partida para vencer. No basta con sobrevivir en el tiempo ni resistir bajo los escombros de las siglas partidarias que han quedado totalmente desfasadas para luchar por el socialismo. Aquí  hay que ser claros, no tiene ningún sentido histórico seguir defendiendo la existencia de dos organizaciones que en la práctica han dejado de representar y defender los intereses de la clase trabajadora y no tienen la mínima posibilidad de convertirse en una alternativa viable al sistema.

Lo genuinamente revolucionario en este periodo es avanzar en la refundación del partido de los comunistas peruanos para reconstruir el sujeto social revolucionario, forjar la unidad del pueblo peruano, transformar la voluntad política en inteligencia y luchar con el pueblo por la conquista del poder político.

Y en este tema fundamental, la cuestión de cómo abordar la construcción del partido de la revolución -que para muchos constituye la esencia de toda estrategia revolucionaria- es donde Patria Roja trastabilla. Toda la preocupación revolucionaria de sus dirigentes sucumbe ante el peso muerto de la costumbre y su discurso pierde sentido de historia. Hablan de revolución pero no dicen nada de la responsabilidad que tienen los comunistas en la derrota de las izquierdas.

Su tesis 86 es un mero saludo a la bandera, una resignación a seguir evadiendo debatir con seriedad este punto para continuar transitando por el camino de la derrota.

La manera como Patria Roja aborda el complejo tema de la unidad de los comunistas demuestra el miedo histórico de sus dirigentes a plantear con audacia sus propuestas, si es que la tienen, y en el fondo expresa esa falta de convicción para reconocer que la unidad de los comunistas es la tarea principal del momento político actual que permitiría a los comunistas peruanos abandonar las catacumbas y dar un nuevo impulso histórico a la lucha revolucionaria.

Sin la unidad de los comunistas peruanos la lucha por la revolución es una frase vacía, es palabrería huera de los que se contenta con intentar explicar los efectos nocivos de una realidad que aplasta la vida de las grandes mayorías. En los hechos, seguir defendiendo la anacrónica idea del partido propio, es renunciar a la dura y compleja tarea revolucionaria de proponer con claridad a los trabajadores un nuevo camino, plantearse nuevos retos, convocar a los militantes para recuperar la fe en las ideas comunistas y abocarse con pasión a construir esa fuerza política y social, necesaria e indispensable, para transformar la realidad.

¡Quién no entiende el significado estratégico de la unidad de los comunistas peruanos no comprende la esencia de la lucha revolucionaria!

 

*TESIS 86. Hace ya un tiempo que ambos partidos comunistas venimos trabajando para hacer realidad la unidad de los comunistas en un solo partido. Hay logros iniciales: creciente convencimiento  de su necesidad aunque temores, desconfianza e indiferencia de cómo alcanzarlo. El Congreso llama al Partido a persistir en esta tarea, pues nada justifica que en un país exista más de un partido comunista, cuando su razón de ser, proyecto histórico y sustento teórico es común. Encomienda al nuevo Comité Central seguir trabajando hasta alcanzar el objetivo señalado, detectar el trasfondo ideológico, político y metodológico que lo obstaculiza, encontrar vías de comunicación que permita una creciente unidad de acción y coordinación política y de masas, así como reuniones de estudio y reflexión. (Informe político 9 Congreso Patria Roja, pág. 32-33)

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Una respuesta a Patria Roja y su tesis 86*

  1. Jorge dijo:

    Decía Marx, que las diferencias de puntos de vista sobre la revolución y sus discusiones dentro de un movimiento demuestra lo vivo que está ese organismo. Mal que bien Patria Roja y miĺitantes comunistas sin partido mantienen viva esa llama de la revolución y no nos debe asustar.

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