Mucho pueblo, poca política

Por Fredy León

No me cansaré de repetir que en política no basta con tener la razón, se necesita construir la fuerza social, política, organizativa, con vínculos directos con las bases y líderes populares que unan esas voluntades dispersas en una sola fuerza orgánica dotadas de una táctica y estrategia común para convertir la razón del pueblo en factor de poder y expresión política de esa nueva voluntad mayoritaria que se está gestando en las calles y plazas del país.

La dictadura no va caer solo por la presión de las calles, junto a ello hace falta una verdadera alternativa política con capacidad real para llenar los vacios de poder y ejercer el gobierno. En varios lugares de Puno, provincias altas del Cusco, Andahuaylas y Huamanga los pobladores están pidiendo que se cierren los puestos policiales y se trasladen las oficinas del poder judicial. La crisis y perdida de legitimidad del estado es notorio.

Luego del 7 de diciembre la derecha hizo su tarea. Después de designar a Dina como presidenta lograron articular y movilizar todo el poder del estado en defensa de la dictadura y convirtieron a las fuerzas policiales y militares en el verdadero sustento político de la dictadura, en una fuerza mercenaria al que el estado les paga puntualmente por reprimir violentamente las protestas populares. En momentos de crisis el estado asumió su verdadero rol, un aparato de represión al servicio de los intereses económicos y políticos de la burguesía.

El viejo poder burgués ha logrado recomponerse pero está lejos aún de darle estabilidad económica y política al país. El solo hecho de que mantengan el tema del adelanto de elecciones como una posibilidad a tomar en cuenta, demuestra que la presión popular preocupa a esa derecha autoritaria que detenta el poder pero no logra controlar el país y ven con mucha preocupación el deterioro de los indicadores macroeconómicos y las enormes pérdidas que vienen sufriendo algunos sectores de la economía nacional.

El poder de la derecha radica básicamente en el control que ejercen sobre la estructura económica y productiva del país. Es principalmente el poder del dinero el que les permite controlar, disciplinar y someter a los aparatos del estado en la defensa de sus intereses económicos, en la defensa de un modelo económico que posibilita a la gran burguesía apropiarse de la renta nacional. Ese es el telón de fondo de la actual disputa por el poder.

Los datos publicados por tres encuestadoras muestran que existe una solida mayoría que rechazan a los «poderes constituídos» y piden nuevas elecciones y referéndum constitucional.

Las movilizaciones, si bien es cierto han disminuido en intensidad debido principalmente a la violenta represión, se mantienen en diversos lugares del país y nada indica que en el corto plazo la tempestad popular vaya a amainar. La dictadura se ha ganado el rechazo popular y eso sigue actuando como una fuerte motivación para las protestas

Tengo la impresión que el objetivo de un sector mayoritario de la derecha es tratar de quedarse hasta el 2026. La derecha espera llegar a un proceso electoral con el viento a su favor y el control de los organismos electorales, y para ello confían en que los policias y militares controlen los fuegos de la revuelta popular. Nadie va a unas elecciones sabiendo que llevan las de perder.

En ese sentido va la propuesta hecha por Avanza País de aprobar una «amnistía para policias y militares» y que se suma al virtual blindaje jurídico que el Ministerio Público está haciendo de la dictadura. El verdadero dolor de cabeza de Dina y Otárola es cómo evadir a la justicia y buscar que un próximo gobierno les garantice impunidad total para no responder sobre las horribles matanzas.

El movimiento popular ha desplegado mucho heroismo y logrado poner a la defensiva a la dictadura. La derecha ha perdido la batalla por el relato y las calles son escenario de grandes movilizaciones populares. La debilidad de ese movimiento popular es que no ha tenido una vanguardia política y, más allá de las movilizaciones y paros regionales, no han logrado visualizar una estrategia para derrotar a la dictadura.

Las pequeñas y débiles organizaciones que se definen de izquierda como Perú Libre, Juntos por el Perú, Nuevo Perú, PCP, PR, Pueblo Unido, Partido Socialista etc. en la práctica han demostrado que no sirven para la lucha política, no tienen vínculos orgánicos con el diverso movimiento popular, han sido desbordados por la insurgencia popular y no han tenido ni la inteligencia ni la capacidad para articular de manera colectiva una estrategia de poder que permita darle una direccionalidad a la espontánea respuesta popular que como un rayo en cielo serrano se desató en el país.

Visto en blanco y negro el posible desenlace de esta crisis va pasar por el camino de las ánforas. Si se mantiene y acrecienta la fuerza del pueblo será antes de lo previsto por la dictadura pero si los policias y militares logran aislar y derrotar al pueblo movilizado será en el 2026. Pero en ambos escenarios no solo que las posibilidades para que esas izquierdas ganen son mínimas (sólo Perú Libre y Juntos por el Perú cuentan con el registro electoral), sino que esas izquierdas parecen comportarse como esas ovejas que felices caminan hacia el matadero.

En medio de la mayor efervescencia social que el país haya vivido en toda su historia, el comportamiento de los restos de las izquierdas ha sido nefasto. Desde esas izquierdas no ha existido nnguna propuesta, iniciativa o intento de forjar desde abajo una alternativa unitaria para lograr buscar una convergencia entre el movimiento social con las fuerzas políticas.

Esas izquierdas han renunciado no solo a luchar por ser la vanguardia de ese gigantesco movimiento de masas sino que frente al proceso electoral, que tarde o temprano se dará, se han resignado a esperar que nuevamente el destino les ponga en el camino un nuevo outsider. Mucho pueblo para tan poca ilusión política

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